Contra la resurrección de algunas especies
Especial para EL DIA de National Geographic
Stuart Pimm es profesor de Ecología de la Universidad Duke, y ganador del Premio A.H. Heineken 2006 de Ciencias Ambientales otorgado por la Academia Real de Artes y Ciencias de Holanda y ha escrito un artículo en el que se opone a lo que denomina la “des-extinción” de especies vivas, sean animales o vegetales. Dice Pimm: “En la película Jurassic Park, hay un árbol extinguido hace millones de años que hace las delicias de todo paleobotánico. Un saurópodo come sus hojas. Luego se ve cómo recrear un dinosaurio pero no cómo cultivar el árbol, que a juzgar por el tamaño quizás tenga cien años o más, o para el caso cómo hacerlo metafóricamente de la noche a la mañana. Para alimentar a un solo dinosaurio, serían necesarios miles de árboles, probablemente de muchas especies, además de sus polinizadores y quizás sus hongos simbióticos esenciales”.
“La des-extinción apunta a revivir especies únicas y carismáticas, aunque millones de especies corren riesgo de extinción. La des-extinción sólo puede ser una pequeñísima parte de la respuesta a la crisis que actualmente lleva a la extinción de especies de animales (algunos grandes pero la mayoría pequeños), plantas, hongos, y microbios a un ritmo mil veces superior al natural”.
“Quienes apoyan este proyecto proponen revivir a la paloma migratoria o al bucardo o cabra montés, no a los dinosaurios. Seguramente las plantas de las que dependen estos animales siguen existiendo así que no habría necesidad de revivirlas. En realidad, los jardines botánicos de todo el mundo tienen colecciones vivas de buena parte de las plantas del mundo, algunas de ellas extinguidas en el mundo silvestre y otras a punto de estarlo. La des-extinción en general se plantea para el caso de los animales”.
“Ahora, la des-extinción plantea problemas de orden práctico: la cabra montés resucitada necesitaría un hogar seguro, no sólo las plantas de las que se alimenta. Quienes intentan reintroducir al ambiente silvestre especies extinguidas criadas en zoológicos se formulan una pregunta: ¿dónde las ponemos? Los cazadores acabaron con estas cabras. Se las comieron. Si se reintroduce un bucardo resucitado en el hábitat que le corresponde se convertirá en el cabrito más caro jamás comido. Esto puede parecer cínico, pero basta recordar el caso del oryx árabe regresado a Omán tras su cría en un programa en cautiverio. Su población disminuyó tanto que el hábitat, designado patrimonio de la Humanidad de la Unesco, fue retirado de dicha lista”.
“Es cierto que las plantas que había hace un siglo cuando se extinguió la paloma migratoria probablemente aún sigan existiendo. ¿Está intacto el hábitat de la paloma? Si duda, no: desde entonces, los cambios en el uso de la tierra han sido enormes”.
“En todo caso, si no podemos responder dónde los ponemos y qué cambios hubo en su hábitat original que pudieron haber contribuido a la extinción, los esfuerzos por resucitar especies no tienen ningún sentido.
“O peor aún, al crear la expectativa de que la biotecnología puede reparar el daño que le hacemos a la biodiversidad, la des-extinción resulta perjudicial”.
“Las fantasías de resucitar especies extinguidas siempre sedujeron al hombre. Pero en esas fantasías no existen las interacciones con la gente, la política y la economía. No hay nada relacionado con la realidad de la destrucción del hábitat, del conflicto inherente entre la creciente población humana y la supervivencia de la vida silvestre. ¿Por qué preocuparse por las especies amenazadas? Simplemente podríamos guardar su ADN y devolverlas al mundo silvestre más adelante”.
“Cuando hablo ante el Congreso sobre especies amenazadas siempre me preguntan, `¿No podemos quedarnos con un pequeño número de lechuzas manteniéndolas en cautiverio como un reaseguro?ï El significado es claro: Talemos casi todo nuestros antiguos bosques del oeste de América del Norte porque si logramos conservar las especies con soluciones de alta tecnología, el bosque no interesa”.
“O me preguntan, `no podemos criar en cautiverio el gorrión sabanero marinoï, un oscuro pajarito cuya supervivencia depende del agua del Parque Nacional Everglades en la cantidad correcta en el lugar y el tiempo correctos. Acomodemos a los agricultores de caña de azúcar y dañemos grandes áreas de los Everglades. Toleremos un riesgo de extinción porque nuestros científicos pueden resolverlo”.
Fuente: El Día Contra la resurrección de algunas especies
El Día (Argentina)