Que los bosques son una fuente de recursos estratégicos para países y empresas es algo que ya nadie duda. Que proporcionan bienes y servicios ambientales clave, tanto para las comunidades rurales como urbanas: madera, productos forestales, agua o belleza paisajística, y son el hogar del 80 por ciento de la biodiversidad terrestre y de más de 300 millones de personas, además de ocuparse de la captura de carbono –un elemento crucial en la lucha contra el cambio climático–, tampoco son datos desconocidos.
Relacionar esto con la idea de que la vida humana y su equilibrio dependen del buen estado de los ecosistemas forestales y que gestionarlos de forma sostenible es requiso imprescindible para seguir beneficiándose de los servicios que aportan estos ecosistemas, es algo más complicado y el primer paso para frenar su deterioro.
Por eso, los consumidores de productos finales –madera o papel–, sean ciudadanos o empresas, son un eslabón fundamental para proteger los bosques. Si todos asumieran la responsabilidad de preguntar por el origen de los productos y se aseguraran de tener en cuenta los aspectos éticos y sociales, se garantizarán los mercados justos, una trazabilidad responsable, y con ello la sostenibilidad ambiental y productiva de los bosques a largo plazo.
Recientemente la filial española del Forest Stewardship Council (FSC España) presentó en Madrid la guía “Cómo hacer mi empresa más responsable con los bosques”, con el fin de aconsejar a las compañías sobre cómo consumir materiales forestales de forma sostenible para asegurar el menor daño ambiental a los bosques. Se trata de un documento que presenta las claves para que la gestión y producción empresarial se realice garantizando el menor daño ambiental a los recursos forestales.
En la elaboración del documento ha participado la Fundación Biodiversidad como parte de su Programa Emplea Verde 2007-2013 y ha contado con las experiencias de empresas como la corchera Espadán Corks o Coca-Cola España, que han adquirido el sello de FSC España a la sostenibilidad forestal.
Según explica el vicepresidente de FSC España, Daniel Villapol, este documento surge con la intención de ser una nueva herramienta para la toma de decisiones empresariales que pongan en valor los productos y servicios del bosque, “lo que permitirá obtener beneficios para el medio ambiente y para las multinacionales y pymes, simultáneamente”. Precisamente “los países con el PIB más alto son aquellos que consumen más productos forestales y gestionan mejor sus bosques”, recalca.
Según estimaciones de FSC España, en 2005 el valor del comercio mundial de productos forestales fue de 261.000 millones de euros. Sin embargo, cada año se pierden millones de hectáreas de bosques a pesar de que el beneficio que aporta al ecosistema es mayor que el económico.
Hacer los deberes
La Asociación Española de Importadores de Madera (AEIM), con el respaldo de WWF, se comprometió el pasado mes de marzo con la gestión responsable de los bosques de África Central, al ser nuestro país pieza clave en el mercado de la madera que proviene de la cuenca del Congo y uno de sus principales consumidores dentro de la UE.
Gracias a este compromiso, AEIM promoverá el consumo de madera de origen legal entre sus asociados y a partir de ahora, además, preferentemente certificada FSC proveniente de África Central.
Se establece así por primera vez una línea de trabajo conjunta entre WWF y los importadores de madera para transmitir un mensaje claro a los responsables políticos sobre la importancia del consumo responsable de madera tropical.
Esta ONG considera crucial que se tomen medidas efectivas contra la tala ilegal y a favor de la madera certificada, algo que cobra especial importancia en una región en la que entre el 40 y el 80% de la madera extraída en la cuenca del Congo, según países, es talada de manera ilegal y gran parte de ella comercializada internacionalmente.
A finales de marzo una misión comercial a Camerún organizada por WWF con apoyo de la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo (AECID) sirvió para promocionar la madera certificada FSC de este país y para reunir a empresas de diferentes países –entre ellas varias españolas– junto a productores africanos con el fin de establecer relaciones comerciales de cara al futuro. Al facilitar estos enlaces de mercado se crean las condiciones necesarias para conservar la riqueza forestal, y se generan beneficios económicos y sociales para las compañías y la población que depende de ellos.
En marzo de 2010 el sector forestal español demandaba la gestión sostenible de los bosques en un manifiesto firmado por más de 150 organizaciones y medio centenar de personas representativas del sector. En el manifiesto propugnaban un nuevo modelo de desarrollo que refuerce la importancia de los bosques y sus derivados en la economía española. Entre las instituciones firmantes, Greenpeace o WWF, Comisiones Obreras y UGT, así como diferentes consejerías de Gobiernos autónomos, fundaciones y empresas como Genea Consultores o la cooperativa Agresta.
El manifiesto recordaba que en un contexto de crisis ambiental y económica como el que vive España –el segundo país de la UE en superficie forestal–, es esencial impulsar el uso de la madera como material en la construcción, en la rehabilitación de viviendas y en la decoración, frente a otros más contaminantes como el PVC, el aluminio o los plásticos, así como en la fabricación del corcho en tapones de botellas de vidrio.
Pero para ello, añadían, “es imprescindible el apoyo decidido de las Administraciones públicas a favor de un sector forestal que apueste por la gestión social y ambientalmente responsable de las masas forestales”. “El sector forestal debe ser considerado estratégico para impulsar el desarrollo en España por su importante capacidad de generar empleo y por ser uno de los sectores más importantes donde convergen respuestas a la crisis económica y a la crisis ambiental”, recalcaba el documento.
A su juicio, un modelo económico basado en la gestión responsable de las masas forestales contribuye al desarrollo rural, a generar empleo local, a desarrollar un nuevo modelo de industria basado en productos más naturales, más sostenible económicamente, y contribuirá a su vez a hacer del monte español un medio más resistente a amenazas endémicas como los incendios forestales.
Entre sus demandas pedían a los consumidores ejercer un consumo que dé prioridad a los productos forestales de origen responsable y a las Administraciones públicas, causantes del 18% del consumo de los productos de madera y papel en España, que desarrollen políticas de compra responsable de productos forestales, tal como establece la Ley de Montes, en las que prime la madera certificada para evitar el consumo de productos cuyo origen desconocido pueda ser ilegal o insostenible.
Es evidente que la gestión forestal sostenible no puede ser abordada de forma aislada en relación a otros aspectos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la desertificación. A ello se suma la interrelación que existe entre la pervivencia de los bosques, los patrones de consumo y producción y su relación con los desastres naturales y la inseguridad energética.
Todos estos asuntos serán puestos sobre la mesa en la Cumbre de Desarrollo Sostenible (Rio+20) que Naciones Unidas celebrará en junio de 2012 en Brasil, y cuyos objetivos fundamentales serán renovar el compromiso político con el desarrollo sostenible, evaluar los progresos realizados desde la primera Conferencia de Río y hacer frente a los nuevos desafíos.
El papel del papel
La fabricación de papel es otra de las industrias involucradas en todo lo relacionado con la gestión de los bosques. El impacto sobre el medio ambiente de la fabricación de la pasta de papel depende de muchos factores, como la materia prima (tipo de madera, papelote, residuos vegetales, etc.), el método de obtención de la pasta a partir de madera (kraft, sulfito, métodos mecánicos), el proceso de blanqueo de la pasta (cloro gas, dióxido de cloro, oxígeno, ozono, sosa cáustica, peróxido de hidrógeno, tratamientos enzimáticos), los sistemas de depuración que tengan instalados o la ubicación de las fábricas, y las necesidades de transporte.
Sin embargo, el papel es un recurso natural renovable y reciclable, por lo que puede convertirse en el sustituto de otros materiales con mayor impacto ambiental, como el plástico. En este sentido, la industria papelera está haciendo esfuerzos para poner en marcha procesos de producción más limpios y eficientes, que reduzcan el consumo de materias primas (fibras vírgenes, agua y energía) y la contaminación ligada al proceso (mejorar los métodos para eliminar la lignina, reutilización de productos químicos, etc.). Todo con el objetivo de reducir costes y conseguir un ciclo en el que se genere menos contaminación del aire, del agua y del suelo, buscando un uso cada vez más eficiente de las plantaciones forestales y del papel y cartón usados como materia prima.
Empresas como Torraspapel, que forma parte del Grupo Lecta, el segundo mayor fabricante de Europa, con siete fábricas en España y una distribución de sus productos a más de cien países de todo el mundo, defiende la idea de que el papel es un claro ejemplo de desarrollo sostenible: se elabora con materia prima natural, es 100% reciclable y se produce con tecnologías limpias gracias a los nuevos avances implantados para minimizar el impacto ambiental de su actividad y reducir los consumos de materias primas, agua y energía.
Torraspapel asegura que para fabricar papel no se destruyen bosques, “porque la madera usada para su fabricación procede de plantaciones creadas para dicho fin”, por ello, aseguran desde la empresa, “la industria papelera española contribuye al incremento de la superficie arbolada”.
El papel procede de la celulosa de árboles de crecimiento rápido, que en el caso de la industria papelera española son fundamentalmente pinos y eucaliptos cultivados para este fin en plantaciones forestales que de otro modo no existirían. Las plantaciones se realizan preferentemente en terrenos baldíos por el abandono de cultivos agrícolas, de manera que gracias a las plantaciones la superficie arbolada aumenta.
En España gracias a la actividad papelera existen y se mantienen 430.000 hectáreas, el 2,4% de la superficie arbolada total, de bosques de pino y eucalipto que almacenan cincuenta millones de toneladas de CO2 equivalente, con un incremento anual de CO2 almacenado de 2,6 millones de toneladas. De los quince millones de metros cúbicos de madera que se extraen anualmente en España, sólo cuatro millones se emplean en la fabricación de papel, según datos de Torraspapel.
En cuanto al reciclado, en España se recicla más del 70% del papel que consumimos. En 2008 se recogieron y reciclaron cinco millones de toneladas de papel usado, pero “no solo es sostenible el papel ecológico”, aseguran desde esta empresa.
En el caso de España, el 75% de todo el papel que se produce es elaborado bajo estándares ambientales normalizados y controlados (ISO 14001, EMAS, etc.). El 19% del papel que se utiliza no puede recuperarse para el reciclaje: libros, documentos, papeles higiénicos y sanitarios.
Asimismo, la industria papelera es uno de los grandes impulsores de la cogeneración, un sistema que produce a la vez energía eléctrica y energía térmica para consumo industrial, con muy alto rendimiento, por lo que ahorra energía primaria y reduce las emisiones. El sector produce mediante cogeneración el 2,2% de la electricidad total generada en España y es líder, con un 18% de la cogeneración nacional.
En España, la empresa papelera Ence gestiona casi 140 millones de árboles que capturan unos 12,7 millones de toneladas de CO2 al año, según datos revelados por la compañía con motivo del Día Mundial del Árbol, celebrado el pasado 28 de junio. La empresa gestiona 115.000 hectáreas de cultivos forestales y monte –eucalipto y boque mediterráneo–, de las cuales casi 30.000 son zonas protegidas de matorral y bosque mediterráneo. Del total de estas hectáreas, 85.000 son cultivos forestales y energéticos destinados a la producción de celulosa y de energía renovable con biomasa.
Según explican desde la compañía, el modelo de gestión de Ence en la actividad forestal se asienta sobre varios ejes: superficies de cultivos forestales de eucalipto que se plantan, se cuidan y se cosechan para fabricar celulosa de alta calidad (Ence produce cada año 1,2 millones de toneladas de pasta de papel); y superficies de cultivos energéticos de chopo o eucalipto, que se cosechan en un plazo más corto (unos tres o cuatro años), para generar biomasa con la que producir energía eléctrica renovable.
Estas plantaciones de cultivos energéticos se desarrollan en zonas de cultivos agrícolas ya en desuso (fundamentalmente, maíz y tabaco) y donde los árboles plantados precisan de menos recursos hídricos que los anteriores cultivos agrícolas y menos intervención de maquinaria. En este caso, el producto que se obtiene de ellos es la energía eléctrica.
Actualmente Ence dispone de 229 MW de potencia instalada en energía, suficiente para atender la demanda de energía eléctrica de una población de 1,6 millones de habitantes. Además, la compañía ha diseñado el Plan de Energía 2011-2015 con el que tiene previsto construir, en una primera fase, hasta nueve nuevas centrales de generación de energía renovable con biomasa. La primera de ellas, en Huelva, ya se encuentra en construcción.
Asimismo, Ence cuenta con una gran superficie protegida de matorral y bosque mediterráneo, al que da diversos usos en función de su naturaleza: apicultura, corcho, etc. Se trata de actividades cuya explotación permite el mantenimiento y la conservación de estos montes protegidos.
En su fábrica de Pontevedra, la papelera cuenta con un proyecto para reducir en un 50% la emisión de olores relacionados con el azufre, el nitrógeno y las partículas de polvo en el aire. Para ello invertirá un millón de euros, que se convertirán en dos millones en un periodo de dos años para una progresiva y definitiva eliminación de los olores.
Desde la dirección de Ence confirman que sus objetivos prioritarios en esta planta pasan por la mejora en la gestión de residuos, especialmente en materia de reducción, recuperación, reciclaje y reutilización.
Ence trabaja en el medio forestal, y por tanto, el medio rural es uno de sus principales entornos de actuación. Es donde se localiza el patrimonio forestal en el que la compañía cultiva madera y biomasa con el fin de obtener la materia prima básica para sus procesos productivos de energía renovable y celulosa.
Precisamente, la gestión social del medio rural es otro de los principales esfuerzos de la empresa, convencida de que “solo en ámbitos rurales estructurados y vertebrados socialmente es posible una adecuada gestión de las masas forestales”.
En este sentido, la política forestal del grupo se enfoca en la generación de redes vertebradoras del entorno rural, destinadas a crear estructuras de gestión forestal locales, autónomas, tecnificadas y eficientes, “que garanticen en términos de sostenibilidad el adecuado funcionamiento de la cadena de gestión, desde el territorio al consumidor final”, explican.
Para la compañía también es importante la figura del propietario-gestor, pieza clave en el crecimiento sostenible del mundo rural y sus valores de conservación. ”Se trata de una actitud de compromiso con el medio social de una compañía que entiende como fundamento de su negocio el desarrollo de las áreas rurales donde opera en un esfuerzo común por lograr un desarrollo sostenido y sostenible”, recalcan a Compromiso Empresarial.
Fuera de España los ejemplos de empresas responsables en el sector también existen. Es el caso de la papelera sueca SCA, empeñada en cambiar la percepción de que la industria papelera es una de las más contaminantes.
SCA, matriz de grandes marcas como Tena (compresas) o Tempo (pañuelos de papel), tiene claros sus objetivos corporativos: reducir en un 20% sus emisiones de CO2 antes de 2020, mejorar su consumo de agua y controlar que el uso de las materias primas sea enteramente responsable.
Por el momento, el 50% de la madera que emplea SCA procede de bosques que son propiedad directa de la compañía y que alcanzan un crecimiento neto anual del 1%, una cifra muy relevante si tenemos en cuenta que es suficiente para cubrir todas las emisiones de CO2 de la compañía, ya que los árboles en crecimiento absorben y fijan grandes cantidades de gases de efecto invernadero.
La última inversión de SCA son los nuevos equipamientos para el molino de Obbola, en Umea (Suecia), especializado en la fabricación de papel a partir de fibra virgen. La principal adquisición ha sido una nueva caldera de recuperación que ha costado 120 millones de euros y que servirá para recuperar productos químicos utilizados en la elaboración del papel.
Madera responsable, madera segura
A nivel mundial, IKEA es referente en materia de madera certificada. En 1999 la compañía sueca anunciaba su compromiso de que toda la madera utilizada en los productos IKEA provenga de bosques con certificado de gestión responsable.
IKEA considera que la madera “es un material excelente desde un punto de vista ambiental y funcional”, pero para que la madera sea un material respetuoso con el medio ambiente, esta debe provenir de bosques gestionados de una manera responsable.
La compañía trabaja de forma activa con WWF y otros socios para aumentar la disponibilidad de madera certificada.
En este sentido, sus proveedores deben aportar documentación que demuestre la procedencia de la madera, tras lo que IKEA realiza auditorías y sus especialistas en silvicultura certifican el seguimiento de la madera desde su bosque de origen hasta que llega a los proveedores para comprobar que se cumplen los requisitos exigidos. Para obtener una comprobación externa de las auditorías, IKEA trabaja con la organización independiente Smartwood.
“Los precios bajos de IKEA nunca se consiguen a costa de las personas ni del medio ambiente”, asegura la empresa sueca, que considera que esta es una de las condiciones para hacer buenos negocios. ”Nuestros clientes pueden tener siempre la tranquilidad de que los productos que compran son seguros, y que nuestros proveedores son respetuosos con el medio ambiente y trabajan en unas condiciones laborales aceptables”, añaden.
Por su parte, la firma Leroy Merlin también se ha sumado a este compromiso: todos los suelos laminados –más de cien referencias– que vende en sus establecimientos cuentan con el sello de certificación FSC, lo que garantiza a los consumidores su contribución a la conservación de los bosques y de los valores sociales, culturales y ambientales asociados a ellos. De los 17,9 millones de metros cuadrados de suelo laminado que se vendieron en España en 2008, 2,3 millones procedían de Leroy Merlin.
Y es que hablar de madera sostenible es hablar de madera justa: de la producción y gestión ambiental correcta, pero también de su adecuada comercialización para posibilitar la mejora de la vida de los productores locales y la preservación del medio ambiente. El papel de todos, como consumidores exigentes, es la clave para hacerlo posible.
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